Disuelva 50 gramos de levadura prensada en ¼ de taza de leche tibia junto con 1 cucharada de azúcar; tape y deje en sitio tibio hasta que se transforme en una espuma. Mientras tanto, corte con dos cuchillos 100 gramos de manteca con ½ kilo de harina, hasta que aquella se convierta en granitos. Haga un hueco en el centro del granulado, ponga allí la levadura fermentada, 3 yemas y la ralladura de un limón (o esencia). Y una todo en un bollo tiernísimo. ¡Y aquí viene lo “distinto”, que puede echar por tierra la “verdad” de cualquier estadística! Envuelva el bollo flojamente en un lienzo, átelo y sumérjalo en un bol con agua fría. Y por si esto fuera poco… ¡estaciónelo en la heladera 1 hora, hasta que el siniestro bulto flote, inflado como si lo hubiera puesto a leudar en sitio tibio! Entonces desenvuélvalo y haga con la masa la factura que quiera.
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