A veces me ha ocurrido ir a cenar a un restaurante… ¿Qué dice? ¡Claro que me gusta ir a cenar afuera! ¡Y si invitan Cecilia y Charlie… mejor que mejor! Una vez fuimos allá, por la Costanera Norte, a un lugarcito que parecía un jardín (“garden”… ¡bah!), ideal para comer bien y hacerme olvidar que después de cocinar tengo irremediablemente que lavar los platos… ¿Dónde estaba? ¡Ah!... Si… Le decía que, a veces, comiendo afuera (no en este lugar, se entiende…) uno se lleva sus sorpresas: las “supremas a la Kiev” llegan secas por fuera y crudas por dentro... el “pollo con salsa de almendras” parece sembrado de cantos rodados… los “vol-au-vent”a la no se cómo tienen más masa que relleno… En fin. No me gusta criticar. Pero esta semana me he propuesto hurgar en un par de recetas básicas clásicas para darme el gusto – y dárselo a usted – de poder hacerlas en casa… ¡tan bien hechas como en el mejor restaurante de Buenos Aires y aledaños! “Yo tan sólo les ofrezco sangre, sudor y lagrimas” (W. Churchill) ¡Glup!
INGREDIENTES
Supremas de pollo, 4 (una para cada persona)
Manteca, 100 gramos
Jugo de limón, 2 cucharaditas
Perejil picadísimo, 2 cucharaditas
Sal y pimienta, a gusto
Harina, cantidad necesaria (sazonada con sal y pimienta)
Huevos batidos, 2
Pan rallado, cantidad necesaria
Aceite, para freír
VARIOS
Ensalada de berros, para acompañar (o lo que usted crea mejor)
PREPARACION
- Aplaste sin piedad las supremas como si fuera a hacer “saltimbocca”.
- Sazónelas muy bien con sal y pimienta y déjelas estacionar en la heladera.
- Bata la manteca incorporándole de a poco el limón y el perejil. (Yo no la sazono con nada. Pero si usted quiere…).
- Mójese las manos en agua fría (helada… ¡bah!) y moldee la manteca en forma de rollito que pueda dividirse en 4 porciones. Una para cada suprema.
- Coloque los rollitos en la heladera, hasta que estén bien firmes.
- Extienda las supremas sobre la mesada, coloque en la base de cada una un rollito de manteca y envuelva como si armara un niño envuelto. ¡Que la manteca no asome por ningún lado!
- Envuelva por separado cada pechuga arrollada en papel aluminio (o el que encuentre…) y póngalas un rato en el freezer para que se pongan más firmes que un granadero en cambio de guardia.
- Retire las supremas arrolladas y desenvuélvalas.
- Rebócelas por la harina sazonada, báñelas por el huevo batido y finalmente rebócelas por el pan rallado. (¡Como si armara milanesas cilíndricas!).
- Ponga suficiente aceite en una sartén y, cuando esté medianamente caliente, eche en él las supremas de modo que se frían despacito para que no queden crudas por dentro. Cuando sospeche que están cocidas (¡no las pinche, por favor, porque arruinará el resultado!) levante el fuego para dorarlas muy bien de ambos lados. Escúrralas sobre papel absorbente y lleve enseguida a la mesa.
- Sírvalas con la ensalada que más le guste.
- Al servir cada plato pinche la suprema con una brochette.
No hay comentarios:
Publicar un comentario