sábado, 28 de enero de 2017

Galletitas de azúcar y miel



Delicias para la hora el té y saborear en familia

A veces me pongo a releer viejos escritos donde he ido desgranando recuerdos queridos de mi lejana infancia allá en Santa Rosa, La Pampa, con su paisaje borrado ya por el tiempo y el progreso... ¡Ah!... Aquellos médanos donde con mi hermano mellizo trepábamos fatigosamente, hundiéndonos en la arena, para llegar a la cima y luego tirarnos por un costado con la velocidad de un trompo… Una pampa vigilada por caldenes, espinillos y campos saturados de perdices, martinetas y coloradas. Papá cargaba a todos en su viejo Dodge, mamá se ocupaba de comprarnos unas gigantescas tortas negras… ¡y hacia allá partíamos! A mí, y a Roberto, el camino de vuelta se nos hacía interminable. Y nos metían miedo, porque parecían fantasmas, los cardos rusos cruzando el camino. ¡Qué alegría cuando descubríamos, a lo lejos, las lucecitas anunciando que ya estábamos cerca de la ciudad! Vivíamos en la casa que se destinaba al director de la escuela. ¡Toda la escuela era nuestro patio de juegos! Un poeta dijo una vez: “Vivir es la tristeza de ir haciendo recuerdos”. Es verdad, pero yo agregaría: “Y también la felicidad de haber podido compartirlos y evocarlos siempre con una dulce nostalgia”. Busco en un libro otra frase más optimista que la del poeta que mencioné antes y encuentro una que dice: “El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados” (Richter). Y como los recuerdos tienen mucha relación con nuestros cinco sentidos, busco en la alacena azúcar negra para rememorar las tortitas que nos compraba mamá preparando algo dulce con sabor a recuerdo.


Galletitas de azúcar y miel

1. Bata 50 gramos de manteca con 1/2 taza de azúcar negra.
2. Súmele 1/2 taza de miel. Aparte tamice 1 y 1/2 tazas de harina con 1 cucharadita de bicarbonato de sodio, 1/2 cucharadita de canela y 1/4 de cucharadita de sal.
3. Agregue los ingredientes secos al batido y amase hasta obtener un bollo liso.
4. Estire la masa, recorte las galletitas y cocínelas en horno caliente, vigilando la cocción pues enseguida se doran.
5. Despéguelas y deposítelas sobre una superficie plana hasta que se enfríen.


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