Ingredientes
Milanesas
ya cocidas, 1 (o las que te regale mamá)
Salsa
pomarola, 1 cucharadita por milanesa
Queso
fresco, 1 tajadita por milanesa
Discos de
empanadas para horno: 2 discos por cada milanesa
¡Y papel de
aluminio para envolverlas!
1. Antes
que nada, pídanle a la tía hacendosa que les abra la lata de pomarola.
Entonces, pongan el contenido en un bol y resérvenlo. Luego, con la lata vacía,
lavadita y limpita, recorten cada milanesa en forma redondita. ¿Qué qué hacen
con los recortes?... Yo que ustedes los hago desaparecer ¡en un abrir y cerrar
de boca!
2. Ahora,
separen los discos para empanadas y estiren cada uno por separado (enharinando
la mesa y el palote) a fin de agrandarlos, pero siempre conservándoles su forma
redondita. Calculen dos discos para cada milanesa.
3. Armen
las “milanesas escondidas” así: coloquen una milanesa en el medio de un disco
de empanada; pónganle en el centro una cucharadita de salsa pomarola, y sobre
la pomarola acomoden unos daditos de queso. ¿Listo? Pinten entonces el borde de
la masa con un poquito de agua, tapen el relleno con otro disco de masa
estirado, presionen bien y...
4. ...Para
asegurarnos de que ni la pomarola ni el queso se escaparán... ¡presionen
fuertemente el borde de cada “milanesa escondida” con un tenedor enharinado!
5. ...Pongan
los extraños pastelitos sobre una placa enmantecada y enharinada, y... ¡seguro
que ya saben el final! Cocínenlos en horno caliente, hasta que estén doraditos
y crujientes. Una vez tibios, envuélvanlos por separado en papel de aluminio,
guárdenlos en la mochila... ¡y apúrense para no llegar tarde... al recreo
largo!
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