Hay un proverbio muy conocido: “Rasca al ruso y encontrarás al cosaco”. Con esta torta pasa algo
parecido: lea la receta de esta torta aristocrática y encontrará una torta
proletaria. La famosa Lady Baltimore no es otra que una simple torta hecha con
claras. Las mismas claras sobrantes que usted casi siempre guarda para aplacar
su conciencia, hasta que su sentido común las decomisa. “La conciencia es la cantidad de ciencia innata que tenemos en
nosotros mismos” (VÍCTOR HUGO). Claro que la torta Lady Baltimore, una vez
hecha, se corta en 3 capas, se rellena con 1 taza de nueces, ½ de pasas de uva
y 6 higos abrillantados (todo picadito, luego se cubre con una capa espesa de
merengue italiano… Pero usted anímese a servirla sola, y en todo caso para no
acomplejarse, llámela: “Doña María”. Bata 1 taza de azúcar con ½ taza de
margarina, hasta que se canse. (La receta original insiste en que todo debe
quedar hecho una crema; yo le aseguro que apenas si llega a convertirse en
arena húmeda). Agréguele entonces 1 taza y ¾ de harina previamente tamizada con
un poco de sal y 2 cucharaditas y ½ de polvo para hornear, alternando con ½ taza
de leche. Perfume entonces con esencia de vainilla y bata enérgicamente hasta
que todo esté espumoso y burbujeante. Finalmente incorpórele 7 u 8 claras
batidas de nieve, una suavemente, y hornee en un molde enmantecado y
enharinado. Cuando esté fría rellénela con dulce de leche y cúbrala con el baño
que quiera. Ahora, pruébela.
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