¿Saltamos a otro tema? Estos pancitos fueron mi credencial cuando vinieron los Chichisola y los Greco (si: el cincuentón…) a compartir la mesa y mancharse con una fondue bourguignonne: pancitos requete-ultra-livianísimos y requete-ultra-“off the record”… ¡Con decirle que leudan en la heladera! Disuelva 30 gramos de levadura prensada en ¼ de taza de agua tibia, junto con un poquitito de azúcar y 1 cucharada de harina. Bata hasta que se formen globitos, tape y deje que se transforme en una espuma espesa. Aparte derrita 50 gramos de margarina en 1 taza de agua hirviendo, junto con 1 y ¼ cucharadita de sal y 2 cucharadas de azúcar. Espere a que este pasticchio se entibie y, entonces sí, agréguele la espuma de levadura, 1 huevo batido y, aproximadamente, 3 tazas y media de harina. Castigue la masa sobre la mesa (agréguele un poquito más de harina si hiciera falta para que no se pegotee), póngala en un bol, tápela… ¡y estaciónela en la heladera 6 horas por lo menos! ¿Vio cómo crece al triple? Moldee en forma de panes chiquitos o panes artesanales, o roscas, o trenzas, o… ¡oh! Deje leudar las piezas sobre placas enmantecadas (tapaditas con un polietileno y en lugar tibio) hasta que se hinchen bien. Final feliz: Horno caliente hasta que los panes estén doraditos. Otros sí: Al retirarlos del horno, píntelos con margarina derretida. Y recuerde que… “el que llega primero… llega dos veces” ¡Glup!
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