¡Claro que ensayé los “capelletti” que hacía tu madre! Pero para tener “a raya” al “colesterol” hice la masa con 1 taza de harina, 1 clara, condimento para arroz (le da color amarillo) y un poco de agua. El relleno, lo adapté para dos, y resulto bárbaro pues, aunque no lleva huevo, ¡no se abren! Lo hice así: 100 gramos de carne de cerdo sin grasa y procesada; aparte 100 gramos de pechuga de pollo, igualmente procesada. Mezcle la carne de cerdo con 2 cucharadas de margarina untable y la revolví sobre el fuego, en una sartén, hasta que estuvo cocida. Luego le agregue la pechuga y seguí revolviendo. Fuera del fuego condimente el relleno con 50 gramos de queso rallado, sal, pimienta y nuez moscada. Amasé con las manos para ligar todo bien… ¡e hice los capelletti como ya sabemos! Pero los serví como Mario Vadillo (Bianchina… ¡bah!): hervidos en un sabroso caldo de pollo… ¡envidia de cualquier gallina! ¡Glup!
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