lunes, 29 de marzo de 2010

San Pantaleón y los campesinos





La historia se remonta a la Edad Media, al siglo VIII para ser más precisa, época en la cual los ñoquis eran una de las comidas habituales de algunos humildes campesinos italianos (aunque suponemos que no estaban hechos de papa; no las conocían: las trajo recién Colón).

Un 29 de diciembre golpeó la puerta de uno de esos campesinos San Pantaleón, santo y médico, que peregrinaba por Italia difundiendo la doctrina cristiana.

La gente, conmovida, lo hizo pasar y lo convidó con lo único que tenían: un puñado de gnocchi.

El huésped les agradeció y les auguró prosperidad. Una vez que el santo se fue, la familia encontró debajo de cada plato unas monedas de oro y posteriormente se cumplió la profecía y fueron mucho más prósperos.

Desde entonces se repite todos los meses la tradición de comer ñoquis recordando el milagro producido y poniendo debajo del plato dinero para simbolizar el deseo de prosperidad y bendición.

No sabemos si la leyenda es fidedigna (así sucede con todas las leyendas de toda la historia).

Pero si sabemos compartir la mesa con quien se acerque.

Quien sabe, alguna vez nos visitará alguien santo porque, al decir de Pedro Miguel Obligado: “No vemos a los ángeles; pero en las avenidas/oscuras de la angustia, se acercan y nos llaman./¡Se parecen a ellos las personas queridas,/y no son sino ángeles los seres que nos aman!”


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