1) Lave 6 manzanas grandes, córteles unas tapitas y ahuéquelas sacándoles cuidadosamente (y lloriqueando) el corazón.
2) Frote la pulpa con jugo de limón.
3) Acomode las manzanas, bien paraditas, en una asaderita enmantecada.
4) Relléneles el hueco con dulce de leche mezclado con nueces picadas. Debe resultar una pasta espesa: muchas nueces y poco dulce…
5) Cubra el fondo de la asaderita con agua y cocine las manzanas en horno caliente, hasta que estén cocidas. No sobrepase el punto de cocción para evitar que la cáscara se rompa.
6) Mientras las manzanas se cocinan, coloque en un bol 6 yemas, 6 cucharadas de azúcar y 6 cucharadas de Oporto.
7) Bata a baño de María con la batidora eléctrica (o a pulmón, con el batidor de alambre) hasta que todo se convierta en una crema espesa, de la consistencia de una mayonesa.
8) ¿Ya están las manzanas a punto? Distribúyalas en compoteritas y báñelas con el sabayón.
9) Sirva calientes, adornando cada una con dos mitades de nueces y una cereza al marrasquino. O, mejor… ¡imagínelo! y exclame como Sócrates: “¡¡¡Cuántas cosas hay que no necesito!!!”
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