¡A otra cosa! ¿Nos damos una panzada de “tortitas negras”? Haga la masa de levadura que más le guste (y que sea dulzona), déjela leudar, estírela dejándola de ½ cm y corte en discos. El secreto está en cómo formarles la corteza de azúcar. Muy simple: unte la superficie de cada tortita con margarina o manteca y apíleles una buena cantidad de azúcar negro preparado con harina de esta forma: 1 cucharada de harina por cada dos cucharadas de azúcar negro, todo bien frotadito entre las manos, para mezclarlas bien. Lo demás, lo hace el horno: re-que-te-caliente ¡hasta que las tortitas parezcan de confitería! ¡Glup!
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