Déjeme ahora que le “resucite” la receta del
“strudel de manzanas” que tantas veces me ha pedido por carta y por teléfono.
“Mi” masa preferida es un engrudo hecho con ¼ de taza de agua, ¼ de taza de
leche y ½ taza de harina común. Esto se une y amasa hasta obtener un bollito
bien liso (¡chiquitito!, ¡miserable!); se tapa y – lo importante – se deja
descansar 2 horas sobre la mesada. Entonces… se toma la mitad de la masa y,
primero con el palote y después con las manos, en el aire, se estira (y deje
que se estire sola, pues al sostenerla en el aire se le escapará como agua…)
hasta obtenerla finita como un papel. Termínela de estirar sobre un mantel (o
papel, ¡bah!) enharinado, corte los bordes gruesitos, unte abundantemente la
superficie con manteca derretida, coloque en un borde un cordón grueso de
tajaditas transparentes de manzana revolcadas por azúcar y ralladura de limón
(allá usted si le agrega nueces y pasas) y enrolle, ayudándose con el papel (o
mantel). Ponga el rollo – un poco arqueado – en una asadera enmantecada y
enharinada y haga lo mismo con el resto de la masa. Pinte con manteca derretida
y cocine en horno caliente, hasta que la superficie esté doradita y haga
¡crack! Al retirarlo del horno espolvoréelo con azúcar impalpable y devórelo a
gusto.
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