Siempre me gusta ensayar recetas de pan. Y hoy, más todavía:
sin pensar en lunes y sin pensar en huelgas. Sino simplemente recordando estos
versos de Gabriel y Galán: “Y no hay
deleites humanos/ ni más grandes ni más sanos / que estos que son mi ideal: pan
de trigo candeal / comido entre paz y hermanos”… Esta fórmula es ideal para
llevar del horno a la mesa y comerlo así, calentito, tierno, humeante. Los
ingredientes están hechos a la medida de cualquier bolsillo argentino. (“Si lloras de haber perdido el sol, las lágrimas
no te dejarán ver las estrellas”. R.
TAGORE). Bata 3 cucharadas de azúcar con 3 huevos enteros y agréguele: ½ taza
de manteca blanda (o margarina), 2 tazas de harina, ½ cucharadita de sal y 60
gramos de levadura de cerveza desleída en 3 cucharadas de leche caliente. Y he aquí
el detalle interesante: este pan debe levar una sola vez en el molde, ahorrando
así un montón de tiempo. Una vez hecha la pasta, vuélquela en un molde tipo budín
inglés, tápela con un lienzo y olvídese de ella hasta que esté bien hinchadita.
Pues sin paciencia… ¡no hay receta de levadura que salga bien! (“El que más tiempo aguarda, más seguro
esta de ganar”. (H. JACKSON). Una vez levado, lo demás lo hace el horno; ¡20
minutos a temperatura bien caliente! Detalle exquisito: desmoldarlo y
pincelarle la superficie con manteca derretida, para que tenga apariencia
brillante. Y una sola condición: compartirlo con todos. (“Juntar las manos está bien; pero abrirlas es mejor”. RATISBONE)
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