1) Amase 1 taza de
sémola junto con ½ taza de harina común, ½ cucharadita de sal, 50 gramos de
manteca y los chorritos de soda que sean necesarios para obtener una masa
tiernita que pueda estirarse con el palote.
2) Tape el bollo y
déjelo descansar sobre la mesa 10 minutos.
3) Tome pequeñas
porciones de masa (¿oyó bien? ¡¡¡Más chicas!!!) aplástelas una por una entre
las manos enharinadas dándoles forma de tortitas bien chatas y, por si eso
fuera poco… ¡siga estirándolas con el palote (o botella, o vaso… ¡bah!) hasta
dejarlas transparentes!
4) Recorte cada
“galleta” con una tapa o cortapastas adecuado para que los bordes queden
prolijos.
5) Coloque las
galletas sobre una placa “limpia” y hornéelas hasta que estén sequitas y
suavemente doradas.
6) Al retirarlas del
horno, píntelas con manteca o margarina derretida. Y si piensa servirlas para
acompañar el vermouth… ¿qué tal si las espolvorea con pimienta negra? ¡Crunch!
¡Crunch! ¡Crunch!
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