miércoles, 10 de noviembre de 2010

Empanadas de humita






1.       Tradición son las cosas buenas (en arte, creencias, costumbres, comidas, etc) que los pueblos conservan transmitiéndolas de generación en generación. En materia de comiditas… ¡las empanadas de humita (choclo) podrían ser una buena tradición! Y una tradición americanísima, ya que el maíz sólo fue conocido en Europa gracias al descubrimiento de América.
2.       Pero la tradición no tiene por qué hacerle la guerra al progreso. ¿Para qué vamos a pasarnos horas y horas rallando choclos o esperando que aparezcan choclos frescos en el mercado, si “la industria de las latas” puede abreviarnos el trabajo? Hemos inventado una fórmula de “empanadas de choclo con relleno sin cocción”, exclusivamente para las Anteojitas (y mamás de Anteojitas que leen esta sección). Primero pela una cebolla, lávala y rállala aunque llores todo el tiempo. Luego…
3.       … pon la cebolla rallada en un bol y mézclale todo esto: 1 lata de choclo cremoso, 2 cucharadas de queso rallado, 1 lata chica de morrones al natural, escurridos y picados, 1 cucharadita de orégano, 1 cucharadita de pimentón y sal a gusto. (Ese gustito amargo que parece que tuviera el relleno es por la cebolla cruda, pero desaparece al cocinarse). Además, ten, aparte, 2 docenas de aceitunas verdes, 1 huevo duro y un trozo de queso fresco, o de máquina, o queso criollo. Y, por supuesto, dos paquetes de discos de empanadas para horno, bien despegaditos y distribuidos sobre la mesa. ¿Lista? ¡Manos a la obra!
4.       Mezcla bien el relleno y pon una porción en el centro de cada disco. Sobre cada porción de relleno coloca una aceituna verde descarozada, un trocito de huevo duro y otro de queso. Cierra las empanadas, doblándolas por la mitad. (Para que no queden con la boca abierta, humedéceles antes los bordes y presiónalos bien al cerrarlas). Y, finalmente, con un tenedor bien enharinado presiona los bordes, marcándolos con fuerza (¡eh… tanto, no!). Una vez cerradas las empanadas acomódalas sobre placas ligeramente enmantecadas y enharinadas y… ¡atención!: pínchales la panza a cada una con un tenedor.
5.       Entonces sí: cocínalas en horno bien caliente hasta que estén doraditas. Pero pruébalas sólo cuando estén tibias, porque si no… ¡no te van a quedar ganas de festejar el Día de la Tradición! (¡Cómo queman!).



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