1. Haga una masa – esta vez tierna y lisa – con 1 taza de harina común, 100 gramos de manteca, un poco de sal y 1 yema y 5 cucharadas de agua fría. (Amase todo sin miedo hasta que la manteca no se note).
2. Tome pequeñas porciones de masa, póngalas en moldecitos para tarteletas así de chiquitos y presione la masa con los dedos, hasta forrar los moldecitos en forma pareja y “finita”. Recorte los bordes en forma prolija.
3. Pinche enteramente cada tarteletita con un tenedor y cocínelas en horno caliente, hasta que estén doraditas. Retire, enfríe y desmolde.
4. Haga una pasta untable con atún en aceite escurrido, aplastado con un tenedor, sazonado con jugo de cebolla (¡eh… tanto, no!) y alivianado con crema de leche.
5. Rellene con esta pasta las tarteletitas.
6. Apoye la superficie de cada tarteletita contra avellanas bien molidas (licuadas o procesadas).
7. Vuelva a ponerlas de pie y adórneles la frente con un trocito de morrón o lo que le parezca.
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