Soy una convencida de que aunque prolifere la
industria de productos tentadores y se multipliquen las vidrieras de cosas
ricas, nunca dejaremos de lado las rectas heredadas. ¿Por qué? Porque la cocina
casera tiene la magia de la economía. Con un par de moneditas (de 1 peso ley cada una) usted podrá hacer casi
tres docenas de facturas con forma de “vigilante” y miga de pan. Y además de
ahorrar, podrá darse el lujo que de la puerta de su casa se escape olor a cosa
rica y todas las señoras de al lado la envidien pensando que cobró clandestinamente
un cuarto aguinaldo (“Siempre parece más
copiosa la mies del campo ajeno; y más llenas las ubres del ganado vecino” OVIDIO).
Vaya a la panadería y, con un
profundo sentido de la humildad, pida 20 gramos de levadura de cerveza.
Seguramente la panadera, con un profundo sentido de la sinrazón, sólo aceptará
venderle 50 gramos. Entonces ingéniese en su casa para medir la primera cifra
que le dije (20 gramos) y disolverla en una taza (tamaño té) de agua apenas
tibia. Agréguele a esto un poco de sal y 1 cucharada de manteca derretida (o
margarina o grasa de cerdo). Ahora incorpórele de 3 a 3 y media (o más) tazas
de harina (también tamaño té), batiendo con la mano bien abierta, hasta formar
un bollo que pueda trabajar con los puños sobre la mesa, y volverlo blandito y
elástico. Lo demás, ya lo sabemos de memoria: dejar levar el doble en lugar
tibio. Y lo que sigue también puede imaginarlo: estirar la masa fina, cortarla
en cuadrados y estos en triángulos. Arrollarlos desde la base hacia el vértice y,
en lugar de arquearlos como si fueran medialunas, dejarlos así, derechitos como
“vigilantes”. Paso final: acomódelos sobre una placa enmantecada y enharinada,
píntelos con clara, salpíquelos con abundante azúcar molida y déjelos levar
nuevamente. Recién cuando estén hinchaditos hornéelos hasta que crezcan y estén
deliciosamente dorados. ¿Qué espera para hacerlos y sorprender a toda la
familia? “íAhora o nunca! “Mañana” es la
mentira piadosa con que se engañan las voluntades moribundas” (JOSÉ
INGENIEROS).
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