Cuando los precios suben y los australes bajan, recién entonces valoramos hasta que punto saber cocinar con inteligencia e imaginación puede ayudarnos a superar los problemas sin deprimirnos.
- Guiso de papel
(Utilice el mismo método para hervir verduras o legumbres, hacer puchero, preparar estofados, etc. Recuerde que no necesita usar mucho líquido, porque practicamente no hay evaporación).
1) Tome una tabla de picar (o de lo que sea…) y coloque sobre ella, bien extendido, un Clarín gordo, con todos sus suplementos.
2) Atraviese el diario (siempre sobre la madera) con otro ejemplar gordo, igualmente extendido (bueno… ¡bah!... si quiere, use La Nación, o La Prensa…). Le quedará formada así una gruesa cruz de papel. Apoye en el centro de la cruz otro diario (puede ser más chico) plegado en cuatro.
3) Coloque en una cacerola todo lo que quiera ponerle al guiso.
4) El líquido debe apenas cubrir las verduras. Si resulta poco, añada un poquito de vino o caldo (poco…¿eh?). Sino, resultará un guiso aguachento).
5) Ponga la cacerola sobre fuego fuerte hasta que ropa francamente el hervor. “Francamente” es cuando todo el líquido grita: ¡blu, blu, bluuuuu!
6) Tape enseguida la cacerola y apague el fuego.
7) Apoye la cacerola en el centro de la cruz de papel y envuélvala en el mismo sin sacarla de la tabla, de modo que no quede ninguna rendijita. Ate con piolín como si fuera una pelota de trapo, pero manténgala apoyada en la tabla. Por si esto fuera poco, yo suelo tirarle encima una manta o cobija vieja…
8) Vaya a hacer las compras, o a mirar vidrieras y cuando a usted se le ocurra desenvolver el paquete (hasta puede prepararlo a la mañana y desenvolverlo a la noche…) encontrará que todo lo que puso está cocido en su justo punto.
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