¿De veras que “no le salen” las papas “chips” (esas comunes, de copetín: desparejas pero incansables… ¡bah!)? Se lo explico por penúltima vez: corte las papas (peladas por supu…) en rodajas finitas, transparentes como los ojos de un niño y déjelas unas horas sumergidas en agua fría para que “suelten el exceso de almidón”. Entonces tome un puñadito de papas, séquelas bien con un repasador y vaya echándolas, una por una, en abundante aceite requetecaliente. Mientras se fríen, délas vuelta constantemente con dos tenedores (esconda la panza para no salpicarse) hasta que se noten sequitas, crujientes y doradas a gusto. Una vez a punto escúrralas sobre papel absorbente y… ¡siga friendo otras tandas, como le indiqué! Al final, sálelas. “La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar” (Chalmers) ¡Bon appetit! ¡Glup!
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