Por hoy, solamente por hoy, voy a proponerle preparar el flan preferido por mamá, “súper-cremosísimo”, hecho con tantas yemas como si la fórmula la hubiera sacado de un antiguo libro de cocina. Pero no. Ocurre que hice la torta ángel que figura en la otra página y… ¿qué mejor destino para las 10 yemas sobrantes? Sígame. Póngalas en un bol, agréguele – por si fuera poco – dos huevos batidos más, 250 gramos de azúcar, 1 cucharada de esencia de vainilla y 1 litro de leche cruda. Mezcle bien, vierta en una budinera grande, bien acaramelada y cocine en horno moderado, a baño de María, tratando de que el agua del baño no hierva, hasta que esté firme y doradito. Retire, deje enfriar muy bien en la heladera y recién entonces desmóldelo. ¿Imaginó alguna vez algo más rico? No me conteste ahora. Hágalo y pruébelo. “La duda es un demonio benefactor”… (T. H. Huxley).
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