viernes, 19 de febrero de 2016
Ensaimadas
Ahora, ubíquese en otra nube, y entienda una vez más el hastío de Alfonsina Storni: "Casas enfiladas, casas enfiladas/ casas enfiladas. / Cuadrados, cuadrados, cuadrados. / Casas enfiladas. / Las gentes ya tienen el alma cuadrada, / ideas en fila, / y ángulo en la espalda./ Yo misma he vertido ayer una lágrima.../ ¡Dios mío, cuadrada!"... Ahora aterrice y disuelva 125 gramos de azúcar molida en 125 gramos de agua caliente y mézclelo con 3 huevos batidos. Incorpore a esto el bollito levado y, mientras lo deshace muy bien con los dedos (no es tan fácil, ¿eh?) agréguele la harina necesaria como para formar una masa elástica que no se pegue ni a las manos ni a la mesa (más o menos 300 a 350 gramos). Entonces ponga el bollo en un recipiente aceitado (acéitele también la superficie), tápelo y olvídese hasta que se haya hinchado al doble o el triple. Llegó el momento de armar las "ensaimadas"! Tome un trozo de masa del tamaño de una mandarina venida a menos y córtela por la mitad, horizontalmente. Entonces estire cada trozo dejándolos finitos como papel. Luego pinte la superficie de cada rectángulo con margarina o manteca derretida y arróllelos por separado, como si fueran piononos. Finalmente enrosque cada arrollado sobre sí mismo formando una espiral. Coloque las ensaimadas sobre una placa enmantecada y enharinada, espaciadas entre sí. Proceda igual con el resto de la masa. Una vez listas, tápelas con un repasador y déjelas descansar hasta que estén bien hinchaditas. Entonces salpíquelas con agua, espolvoréelas con azúcar molida y métalas en horno caliente. Al cabo de 10 minutos espíe y llame a la señora de al lado para que le dé envidia: ¡se habrá inflado hasta "ensaimarse" de verdad! Cuando estén doraditas retírelas y espolvoréelas con azúcar impalpable puesta en un colador.
¡Gracias, Mabel!
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