1) Mezcle sobre la mesada 6 huevos, ¼ kilo de queso rallado (bueno… ¡bah!... si quiere haga la mitad de la receta así le parecen más baratos), un montón así de perejil bien picadito y ½ cabeza de ajo tirando a Badía, bien picadito.
2) Sazone con sal (lo picante lo pone el ajo) y agréguele de a poco toda la harina leudante que pueda absorber (¡nada de agua!) hasta obtener un bollo. Entonces amáselo con todas sus fuerzas hasta que sus hombros y coditos no puedan más y la masa esté lisita y elástica.
3) Hecho esto, tape la masa y déjela descansar ½ hora.
4) Ahora sí: estire la masa de a poco por vez, dejándola de 2 milímetros de espesor (acuérdese que la harina leudante “crece” al hervir) y córtela con la ruedita dentada como si fueran “ravioles de nada”, pero con gustito “a algo”.
5) Hiérvalos como si fueran ravioles, sírvalos como si fueran ravioles,… ¡y engorde como si fueran ravioles!
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