Bata 100 gramos de claras a punto de nieve y no se detenga a pensar si me equivoqué al pedirle que pese las claras ("La mitad de nuestras equivocaciones en la vida nacen de que cuando debemos pensar, sentimos; y cuando debemos sentir, pensamos." CH. COLLİNS). Ahora agrégueles, sin dejar de batir: 100 gramos de azúcar. Y por último, uniendo suavemente: 50 gramos de harina tamizada. Eche la mezcla en una manga con boquilla rizada y haga bastoncitos y copitos sobre una placa enmantecada y enharinada. Paso final: póngalos en horno ultrasuave, hasta que estén bien sequitos y la superficie apenas rosada. Aunque parezcan merengues, estos bocados se llaman así: "besitos". Según dice mi prima Teté, cuando mi tía lo convidó a Heine, él no pudo menos que exclamar: "¡Es una antigua historia que siempre resulta nueva...!" ¡Glup!
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