domingo, 6 de noviembre de 2016

Alcauciles al infierno


Blanca Cotta propone una nueva forma de disfrutar de la alcachofa

Hace tiempo que asomaron en las verdulerías los alcauciles. Los primeros parecían anémicos pero ahora podemos encontrarlos gorditos, de hojas bien apretaditas, señal de óptima calidad. Lo que consumimos, en realidad, es el capullo de la planta antes de que se desperece en flor.
Por eso, la recomendación para comprarlos es desechar aquellos que ya han abierto sus pétalos porque es señal de que contendrán un mínimo de pulpa comestible.
En realidad, los aucauciles vienen a ser algo así como los parientes educados (cultivados, ¡bah!), de los cardos silvestres. Y, además, son parientes cercanos de los girasoles y margaritas. Claro que nuestra actitud con las margaritas es más romántica: las deshojamos para saber si alguien nos quiere. En el caso de los alcauciles, los deshojamos… ¡para comerlos! ¿Nos volveremos más románticos comiendo alcauciles?

Alcauciles al infierno

1. Limpie, vacíe y cocine cuatro o cinco alcauciles enteros (previamente limpiados), durante 15 minutos.
2. Rellénelos con esta mezcla: 4 dientes de ajo picaditos y rehogados en 1 cda. de manteca, 1 cda. de perejil picado, 2 cdas. de queso rallado y 1/2 taza de miga de pan remojada en leche, exprimida y picada.
3. Condimente el relleno con sal, bastante pimienta, ají molido y pimentón.
4. Póngalos paraditos en una fuente, rocíelos con un poco de aceite y otro poco de vino blanco y cocínelos en horno bien caliente hasta dorar.




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