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viernes, 1 de agosto de 2014

Chaparrón de chocolate




  
¿Sueña usted con esas tortas húmedas de chocolate, cubiertas con un baño desparejo, impresas a todo color en las revistas extranjeras? (“Sea moderado tu sueño: que el que no madruga con el sol, no goza del día”. CERVANTES). Lo dijo la señora de al lado: La mejor forma de humedecer algo es agregarle agua… (“La verdad por encima de todo, incluso de la Patria. Todo ciudadano viene obligado a morir por su Patria; nadie está obligado a mentir por ella”.  MONTESQUIEU). Esta torta de chocolate que le voy a contar, lleva una proporción de agua equivalente a un buen chaparrón. ¿Lista? Derrita en el horno (para que no se queme) 70 gramos de manteca y 1 tableta de chocolate familiar (6 ó 7 barras). Cuando esté tibia la mezcla, agréguele 1 huevo, bata bien e incorpórele, revolviendo: 1 taza de agua hirviendo y esencia de vainilla. Aparte, mezcle 1 taza de azúcar con 1 taza y ½ de harina y 2 cucharaditas de polvo para hornear. Así las cosas agregue los ingredientes secos a los húmedos, en dos o tres veces, batiendo bien después de cada adición. Finalmente, lo de costumbre: vierta el batido en un molde enmantecado y enharinado y hornéelo hasta que esté cocido pero no seco. (“La costumbre es la gran guía de la vida humana”). En cuanto al baño, simplísimo: azúcar impalpable, unas gotas de limón y apenitas de agua caliente hasta formar una crema para tirar en el centro de la torta y dejar que caiga despareja. ¡Por supuesto que esta torta durará justo el tiempo de llevarla a la mesa! Pero resígnese imitando a Terencio: “Las tortas (los pueblos), como los astros, tienen derecho al eclipse”.


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