1. Poner en un bol 100 gramos de azúcar impalpable y
100 gramos de manteca. Batir hasta que todo esté convertido en una crema
lisita.
2. Ahora… ¡mucha atención! Agregarle 3 claras de
huevo. Pero… ¡alto! De a uno por vez, y batiendo muy bien después de cada
agregado. Cuando se echa la primera clara, la crema parecerá cortada y te dará
ganas de llorar a gritos. Pero batiendo, batiendo y batiendo, todo volverá a
unirse. Sólo después de incorporada bien la primera clara, echar la segunda,
volver a batir, y agregar la tercera. ¿En-ten-di-do?
3. Una vez incorporadas las 3 claras, agregar 100
gramos de harina (3 cucharadotas) y unir suavemente.
4. Y ahora, lo más divertido: poner la mezcla (que
resultará una crema blandita) en una manga para decorar, con boquilla lisa y
chiquita (o usar un cartucho de papel impermeable). Hacer bastoncitos sobre una
placa enmantecada y enharinada, espaciándolos entre sí porque al cocinarse se
achatan y ensanchan, tomando la forma de una lengüita… ¿de gato? Una vez “dibujadas”,
cocinarlas en horno caliente apenas hasta que los bordes comiencen a dorarse (más
o menos 5 minutos). Espiar un rato antes, pues si se pasan de punto se queman
enseguida. Paso final: retirar la placa del horno, dejarla entibiar y sólo
entonces desprender las lengüitas con un cuchillo y guardar sin probar. ¿Por
qué? Porque si las pruebas ¿qué vas a guardar?
¡Gracias, Susana!
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