Por supuesto que no tengo una memoria prodigiosa ni una
biblioteca tan importante como para poder confirmarle si esta frase (“Bien vive quien acierta a vivir en la
oscuridad”) la dijo OVIDIO o un calamar belicoso. Pues como usted sabrá, la
famosa “tinta” de estos pseudo literatos marinos no es más que el arma
defensiva que poseen para hacerse humo (perdón: tinta) frente a sus enemigos. ¿Que
por qué le cuento esto? Para confesarle que por más que uno sepa estas cosas
interesantes, jamás podrá cocinar calamares en su tinta si no tiene la
suficiente valentía y humildad de preguntarle al pescador de cabecera: “¿DÓNDE
TIENEN EL FRASCO DE TINTA LOS CALAMARES?” Recién entonces descubrirá que por más
que la vecina de enfrente le asegure que la tienen en sus hermosos ojazos
negros, la verdad es otra. “La verdad:
la única cosa para la cual no hay grados, sino perpetuos desgarrones y rupturas”
(RUSKIN). Tome con la mano izquierda el cuerpo del calamar y con la derecha
sujete bien la cabeza. ¿Listo? Ármese entonces de coraje y sin dar grititos ni
traumatizarse (“La cobardía es el miedo
consentido; el valor es el miedo dominado”. LEGOUVE) dé un golpe de derecha
para vaciar la izquierda. Resultado: aunque del otro lado habrá quedado lo
mejor (el cuerpo del calamar), adherido a la cabeza habrá salido el relleno en
forma de huso (¡aj!). Y, a lo largo de esta especie de estómago para
ignorantes, usted descubrirá una especie
de cintita oscura o hilito gordo o que se yo que; es la famosa “bolsita de
tinta” de los calamares. Bastará que usted la levante de un extremo para
que enseguida se desprenda. Y bastará que la pinche para que se dé cuenta que
no le miento. ¿Qué sería de nosotros si no dialogáramos con nuestros
proveedores? “La sabiduría de la vida es
siempre más profunda y más vasta que la sabiduría de los hombres” (GORKI).
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