La
cocina marinera está llena de platos deliciosos y nombres tentadores. Pero como
sucede en las mejores familias, es necesario entender que cada integrante tiene
derecho a mostrar su propia personalidad. Usted y su primo pueden tener los
mismos abuelos y no por eso los mismos gustos ni la misma simpatía, ¿verdad? “Todos nacemos con igual condición; solo
por la virtud nos diferenciamos” (PROVERBIO LATINO). ¿Quiere usted un
guisote de pescados y mariscos con cantidades industriales de cebolla, morrones
y perejil, más galletas marineras frotadas con ajo? Pida entonces que le sirvan
un “chupín”. ¿Lo mismo, con menos
cebolla, menos morrones, menos ajo, los mismos bichos, y el agregado de arvejas
y papas? Pida “cazuela”. ¿Más
bichos, sin papas ni arvejas, pero con una buena dosis de vino blanco,
aromáticos y abundante caldo? ¡Pida “bouillabaise”!
¿Quién dijo que lleva tiempo prepararla? Esta receta la simplifiqué
especialmente para que usted no pierda más de ½ hora en la cocina. (“Simplificar, he aquí el principal secreto
de la enseñanza” FOUILLER). Derrita 4 cucharadas de margarina y saltee en
ella 1 zanahoria picadita, dos cebollas
medianas cortadas en rodajas y 2 dientes de ajo. Cuando todo esté
doradito, agregue 1 kilo de filetes de pescado cortados por la mitad,
arrollados y sujetos con palillos. (Si usted es francesa trate de entender la
comodidad argentina). Agregue enseguida 1 taza de tomates picados, 1 hoja de
laurel, 2 tazas de caldo, ¼ kilo de mejillones pelados (son más caros, pero…
¿acaso el tiempo no vale oro?), ¼ kilo de camarones pelados, sal, pimienta, 2
cucharadas de jugo de limón y 1 vaso de un buen vino blanco seco. Ahora deje
cocinar todo hasta que el pescado esté tierno. Y, si sus invitados conocen el
plato, sírvalo en platos soperos, como si fuera sopa. Pero si son neófitos…
haga como yo: escurra la salsa, hágala hervir hasta que se reduzca a la mitad,
espésela con un poco de harina (apenas), viértala sobre el guisote y sírvalo
enseguida, en cazuelitas individuales, espolvoreando cada una con perejil
picado. ¡Y chau a todas las especialidades extranjeras! “No es posible ser un especialista puro sin ser un perfecto idiota”
BERNARD SHAW.
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