Así nomás, como
suena, el bizcochuelo parecería ser una torta que necesita anteojos. Y si escucháramos
a la señora de enfrente, casi casi podría convencernos: “Que salió pesado, que salió
petiso, que salió achatado, que salió torcido”… ¡Ufa! ¿Y qué nos dices de la
cola que hay los domingos en la panadería para comprar bizcochuelo ya hecho,
porque a ninguna señora le sale bien? ¡Qué no se diga!... Es hora de
demostrarle a mama que nosotras somos capaces de eso… ¡y de mucho más!
¡Comienza el showwwwww!
1. Pon en el bol de la batidora 6 huevos enteros
(pero sin cáscara, por supuesto) y 6 cucharadas colmadas (con montaña) de
azúcar. Da marcha a toda velocidad y olvídate por un buen rato de lo que estás
haciendo. (Aprovecha para hacerle algún mandado a mamá, regar las flores o
lustrar los zapatos).
2. Cuando la mezcla de la batidora haya “crecido” y
puesto espesa, lisita y de color amarillo clarito ¡para la máquina!... Entonces
sí: pasa el batido a un bol, agregále 1 cucharadita de esencia de vainilla y, mézclale
6 cucharadas serranas (con montañita chica) de harina común.
3. Vierte en un molde circular enmantecado y
enharinado y lleva a horno moderado hasta que esté cocido (de 30 a 40 minutos).
¿Qué cómo se sabe cuando está cocida una torta? Fijáte:
4. Retirála del horno y, sin desmoldarla, clávale la
punta de un cuchillito limpio. Si al retirar el cuchillo la hoja sale con pasta
adherida, es que todavía está cruda y necesita más cocción. Si, en cambio, sale
limpita, es señal de que la torta está lista. En tal caso, saca el bizcochuelo
del horno, pásale un cuchillito alrededor para desprender la torta de las
paredes del molde e inviértelo sobre una rejilla para desmoldar (igual que
cuando desmoldas baldes de arena para hacer castillos).
5. Si seguiste esta receta al pie de la letra, ¡habrás
hecho un bizcochuelo como para sacarse el sombrero! Pero fíjate qué pasará si
no te ajustaste bien a las instrucciones. Muy poca harina: hundido en el
centro. Demasiada: pesado y con panza.
ULTRA
IMPORTANTE: Guarda esta receta, pues en el próximo número vamos
a aprender a disfrazarla. ¿De qué? ¡Shhhhhhhhhh! ¡Secreto pro-fe-sio-na-lí-si-mo!
¡Gracias, Susana y Omarcitus!
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