Los argentinos todavía conservamos una buena costumbre: celebrar Navidad en familia, compartiendo la mesa... como podamos.
Es que los años nos han enseñado que lo más importante no es comer juntos sino estar juntos para compartir la vida. Estamos en tiempos de crisis.Pero todavía igualmente podemos ingeniarnos para planear un menú distinto. ¿Lo intentamos?
En lugar de delirar por un pavo o pavita rellena, reemplazarla por supremas de pollo (calcular una por comensal) rellena con la mezcla que más le guste: queso de máquina y jamón picaditos más un poco de queso rallado y un huevo para unir; o espinacas hervidas, exprimidas, picaditas, mezcladas con champiñones escurridos y en tajaditas, queso rallado, sal, pimienta y clara para unir; con ciruelas pasas rellenas con panceta ahumada magra picadísima y queso fresco. Bien cerraditas, envolverlas en papel film y luego papel de aluminio, y cocinarlas por hervido. Una vez frías, cortarlas en rodajas y acompañadas por una ensaladilla de hojas.
Otro plato sustancioso, fácil, rápido y sabrosísimo: una caponata de atún, como la hacía mi madre: poner en el fondo de una ensaladera profunda 6 galletas marineras o similares, frotadas con ajo hasta espantar a todos, y partidas en trozos. Sobre ellas, gajos de dos tomates firmes y respetables —si los hay— sazonados a gusto con sal y pimienta; sobre ellos, 100 gramos de aceitunas verdes rellenas, 50 gramos de aceitunas negras descarozadas, una lata así de grande de atún en aceite, bien escurrido y en trozos, 2 cucharadas de alcaparras y, por si esto fuera poco y si le gustan como a mí, 6 filetes de anchoa en aceite en trocitos, unas tiritas de morrón verde y... ¡basta! Tape la ensaladera. Déjela estacionar en la heladera 6 horas por lo menos y, en el momento de servirla, aderécela a gusto con aceite, vinagre y apenitas de aceto balsámico (y si no tiene, no corra a comprarlo: ¿quién, que no sea gourmet, se dará cuenta?). Termine adornándola con rodajitas de huevo duro.
Como postre: tulipas rellenas con una bocha de helado de crema americana, cubierta con frutillas en almíbar.
Como bebida: el clericó de siempre, con vino blanco VIP (Vino Imposible de Paladear solo).
Ahora, en serio: haga usted el menú que haga, recuerde: "En el hogar familiar comienza la construcción de un mundo mejor". Juan Pablo II.
Es que los años nos han enseñado que lo más importante no es comer juntos sino estar juntos para compartir la vida. Estamos en tiempos de crisis.Pero todavía igualmente podemos ingeniarnos para planear un menú distinto. ¿Lo intentamos?
En lugar de delirar por un pavo o pavita rellena, reemplazarla por supremas de pollo (calcular una por comensal) rellena con la mezcla que más le guste: queso de máquina y jamón picaditos más un poco de queso rallado y un huevo para unir; o espinacas hervidas, exprimidas, picaditas, mezcladas con champiñones escurridos y en tajaditas, queso rallado, sal, pimienta y clara para unir; con ciruelas pasas rellenas con panceta ahumada magra picadísima y queso fresco. Bien cerraditas, envolverlas en papel film y luego papel de aluminio, y cocinarlas por hervido. Una vez frías, cortarlas en rodajas y acompañadas por una ensaladilla de hojas.
Otro plato sustancioso, fácil, rápido y sabrosísimo: una caponata de atún, como la hacía mi madre: poner en el fondo de una ensaladera profunda 6 galletas marineras o similares, frotadas con ajo hasta espantar a todos, y partidas en trozos. Sobre ellas, gajos de dos tomates firmes y respetables —si los hay— sazonados a gusto con sal y pimienta; sobre ellos, 100 gramos de aceitunas verdes rellenas, 50 gramos de aceitunas negras descarozadas, una lata así de grande de atún en aceite, bien escurrido y en trozos, 2 cucharadas de alcaparras y, por si esto fuera poco y si le gustan como a mí, 6 filetes de anchoa en aceite en trocitos, unas tiritas de morrón verde y... ¡basta! Tape la ensaladera. Déjela estacionar en la heladera 6 horas por lo menos y, en el momento de servirla, aderécela a gusto con aceite, vinagre y apenitas de aceto balsámico (y si no tiene, no corra a comprarlo: ¿quién, que no sea gourmet, se dará cuenta?). Termine adornándola con rodajitas de huevo duro.
Como postre: tulipas rellenas con una bocha de helado de crema americana, cubierta con frutillas en almíbar.
Como bebida: el clericó de siempre, con vino blanco VIP (Vino Imposible de Paladear solo).
Ahora, en serio: haga usted el menú que haga, recuerde: "En el hogar familiar comienza la construcción de un mundo mejor". Juan Pablo II.
fuente:
http://edant.clarin.com/diario/2001/12/24/s-04105.htm
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