Esta receta no lleva ni un sólo huevo, ni un sólo
gramo de azúcar. Resultado: unos bizcochitos crocantes, deliciosos,
que si los aromatiza con cuanta especia tenga a mano, parecerán una
exquisitez europea: y si no les agrega nada, igualmente tendrán
personalidad. (“Ser uno mismo!... Pero ¿vale la pena?” PAUL VALERY.) Tamice
2 tazas y ¼ de harina junto con 1 cucharadita de polvo para hornear,
un poco de sal, 2 cucharaditas de bicarbonato de soda y las especias
que tenga o no tenga (clavo, canela, jengibre, nuez moscada…) “Lo nuevo es la sensibilidad del artista” (AZORIN.) Ponga
a hervir un vaso de miel, retire del fuego y agréguele 100 gramos de
manteca. Luego, cuando este tibia, agregue esta mezcla a los
ingredientes secos, mientras bate enérgicamente hasta que la mezcla este
lisa. ¿Sabe cómo queda? Blandita como mazapán. Pero… ¡nada de
agregarle harina porque a usted se le ocurre que esta muy blanda! Esta
receta debe hacerse al pie de la letra, o nada! “Oh, despotismo! Tu llenas una misión en la tierra: hacer mas amada la libertad.”
(DIDEROT.) ¿Qué cómo se las arregla para estirar la masa? Déjela un
buen rato en la heladera hasta que tome consistencia y luego decídase de
una vez por todas.
Entonces sí:
estírela finita sobre la mesa enharinada y córtela de la forma que
quiera. Esta masa es ideal para recortar en forma de muñequitos o hacer
construcciones, pues no se deforma al cocinar. La obra maestra se
termina acomodando las galletitas en una placa de horno enmantecada y
enharinada y cocinándolas hasta que toman el color de bizcochitos de
miel: ni un minuto antes ni un minuto después, pues corren el riesgo de
quedar blanditos o quemarse.
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