Ponga a hervir 1 pocillo y medio de arroz (tamaño café de la época de mi abuela) en 1 litro de leche. (Ojo: que el arroz sea del tipo común).
Cuando el arroz esté “casi” a punto, agréguele 1 taza de azúcar y, según su gusto, una cascarita de limón o chaucha de vainilla, más otro litro de leche.
Deje hervir despacito, revolviendo de vez en cuando, hasta que el arroz esté bien cocido y cremoso. Llegado a este punto, mamá lo vertía en una fuente y cubría toda la superficie con canela. ¡Glup!
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