Ahora quiero contarle la última “torta-mousse” que inventé para escaparse justificadamente de cualquier dieta: Forre el fondo de un molde mediano redondo con papel para cocinar y luego tapícelo con vainillas empapadas en café fuerte azucarado y bien borrachito con coñac. Rellene los huequitos con más vainillas borrachitas y deshechas. Aparte, bata 4 yemas con 2 cucharadotas de azúcar y, cuando estén bien infladas, agrégueles 150 gramos de chocolate derretido con 4 cucharadas de crema de leche, 100 gramos de nueces peladas trituradas y las claras batidas a nieve. Vuelque este menjunje sobre las vainillas y meta en el congelador hasta que la torta esté firme. Entonces desmolde, retire el papel y decore la superficie con un enrejado de chantilli. Por supuesto: vuélvala al freezer y retírela ½ hora antes de llevarla a la mesa. Resultado: una fórmula digna de una buena elección. ¿Glup, que glup?
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