Para hacer la masa, tamice en un bol 200 gramos de
harina, 300 gramos de fécula de maíz, ½ cucharadita de bicarbonato y 2
cucharaditas de polvo para hornear.
En otro bol bata 200 gramos de manteca blanda con
150 gramos de azúcar y la ralladura de 1 limón hasta obtener una crema
esponjosa.
Agregue al batido 3 yemas, de a una por vez,
batiendo muy bien después de cada adición. Perfume con 1 cucharada de coñac y 1
cucharadita de esencia de vainilla.
Sume la harina y una hasta obtener una masa tierna.
Vuélquela sobre la mesa enharinada y termine de
unirla amasándola ligeramente. Si se pegoteara, agréguele un poquito más de
fécula. (Recuerde que las masas de manteca no deben trabajarse demasiado).
Estire la masa por partes, sobre la mesa
espolvoreada con fécula de maíz y déjela de ½ cm de espesor.
Recórtela en discos de unos 7 cm de diámetro.
Levante cuidadosamente los discos con una espátula y distribúyalos, espaciados,
sobre placas enmantecadas.
Siga haciendo más discos con el resto de masa y los
recortes. Cocínelos en horno caliente hasta que estén sequitos pero sin dorar
(unos 7 minutos la primera tanda).
Retire la
placa del horno, deje enfriar las tapitas y despéguelas cuidadosamente con una
espátula.
Una vez
frías únalas de a dos con dulce de leche de repostería, presione apenas para
que el dulce asome por los costados, hágalos rodar por coco rallado y... ¡Glup!
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