Hace ya mucho tiempo, cuando estaba a
cargo de la dirección editorial del programa
Buenas Tardes, Mucho Gusto (realmente en la noche de los tiempos: la tele
era en blanco y negro, ni soñábamos con el color), tuve la suerte de conocer
muchos personajes inolvidables por su capacidad profesional y su simpatía.
Uno de ellos se llamaba Manolete, un
barman de lujo que amenizaba sus cócteles con chistes de salón muy divertidos.
Todo el mundo lo quería.
No era para menos.
Hace poco, con sorpresa encontré en el buzón
de casa un sobre escrito por su hijo, Gastón Otero Rey.
No sólo me deseaba feliz cumpleaños sino
que tuvo la gentileza de acercarme unas frases hermosas como estas: “Tu cocina
es como la vida: un poco dulce, un poco salada. Llena de panes y milagros con
secretos de maicena y horas de caramelo”.
Y, por si esto fuera poco, me dedicó un
coctel… ¡Blanca Cotta!
Ya tengo mi propio trago:
Mezclar en un vaso de composición 5 partes
de gin, 4 partes de Dubonnet y 1 parte de licor de mandarina, junto con hielo.
Verter en copa de coctel. Se decora con un twist de naranja flambeado y un
pétalo de jazmín.
¡Todo un lujo!
Gracias Gastón por este regalo tan
querido que me hizo saborear recuerdos inolvidables.
Entre ellos, la fórmula (en chiste,
porsu) de tu papá para el San Martin seco: Poner gin en una copa, refrescarlo
bien y… a un metro de distancia destapar el vermouth seco.
Ahora que estoy en “abuela cibernética”,
seguiré tus pasos en la web.
Espero que alguna vez juntemos nuestras
copas. Siempre habrá ocasión para un brindis…
¡Vivan los recuerdos inolvidables!
¡De ellos también vivimos!
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