¿Volvemos
ahora a la cocina? ¡Marche una fuente de “donas” (doughnuts… ¡bah!)
para la simpática señora Josefina! ¿Qué de que estoy hablando? De esas
rosquitas fritas, “abizcochueladas”, que son realmente una delicia.
¿Lista? Ponga en un bol ½ taza de harina, espolvoree sobre ella 50
gramos de levadura prensada (¿vio que distinto?) agregue 1
½ cucharada de azúcar y una todo con ½ taza de leche tibia. Haga un
bollo, tápelo y déjelo leudar en sitio tibio. Entonces, agréguele,
mientras bate con la mano abierta: 100 gramos de manteca, ½ taza mas de
azúcar, la ralladura de 1 limón, 2 huevos, ½ taza de leche tibia y la
harina necesaria como para formar un bollo que se desprenda del bol.
Entonces amáselo sobre la mesa hasta que este bien elástico y vuelva a
dejarlo leudar hasta que duplique su volumen. Ahora, si: estire la masa
por partes dejándola de ½ cm de espesor, córtela en discos y saque a
cada uno un disco central, para transformarlas en roscas; deje leudar
las rosquitas nuevamente… ¡y fríalas luego por tandas, en abundante
aceite caliente, hasta dorar de ambos lados! Apenas las escurra…
¡revuélquelas por azúcar molido y empiece la rueda del mate!
Versión 2:
En
cambio, ¡su nombre era la escritura fonética de las tradicionales
“doughnuts” norteamericanas! Como son ricas y tengo una receta fabulosa
hecha con levadura prensada (ex levadura de cerveza… ¡bah!) se la
cuento. Disuelva 50 gramos de levadura prensada en ¼ de taza de agua
tibia, junto con 1 cucharadita de azúcar y 1 cucharada de
harina y bata con batidor de alambre hasta que en la superficie se hagan
globitos. Luego tape, deje en sitio tibio y espere a que se transforme
en ¡una esponja! Entonces mezcle con ½ taza de leche tibia, 100 gramos
de manteca previamente batida con ½ taza de azúcar, 2 huevos batidos, un
poco de sal y la harina necesaria como para formar un bollo que se
desprenda de las paredes del bol (aproximadamente 4 tazas). Amase todo
con mucha bronca sobre la mesa hasta obtener una masa lisita y elástica,
ponga en un bol, tape y espere a que duplique su volumen. Ahora, si:
estire la masa por partes, dejándola de 1 y ½ mm de espesor, corte en
forma de rosquitas con dos cortapastas (o latitas, ¡bah!) de diámetro
distinto, acomódelas en placas enharinadas, tape y espere a que estén
bien hinchaditas. Entonces caliente abundante aceite, fríalas de a pocas
por vez (para que no se encimen) hasta dorar muy bien de ambos lados,
escúrralas, revuélquelas por azúcar molido… ¡y dése un panzazo al mejor
estilo argentino! ¡Glup! ¡Glup!
No hay comentarios:
Publicar un comentario