¡¡¡Acabo de inventar un flan sin yemas!!! Justo para la 5a. edad… Remoje ½ cucharada de gelatina sin sabor en ¼ de agua fría y disuélvala a baño de María. Entonces mézclesela a 1 lata de leche condensada y ponga en la heladera hasta que esté firme. Llegado a este punto, bátala a toda máquina mientras le agrega 1 “lata” de agua y, de a una por vez… ¡cuatro claras sin batir! Cuando todo el batido esté homogéneo y de las claras… ¡ni noticia!, perfume con vainilla desmóldelo, coloréelo de amarillo (si le gusta mentir) y vierta en un molde acaramelado. Lo demás, como siempre: cocínelo a baño de María en el horno, hasta que esté firme y desmóldelo recién cuando este re-frío. ¿Un consejo? ¡Ni diga cómo lo hizo! “La felicidad consiste en la ignorancia de la verdad” (Leopardi) ¡Glup!
Versión 2:
Con este nuevo bebé de biblioteca me he propuesto ayudarla (de puro gorda mental que soy…) ¡a que siga dándose el gusto! Es decir: poner a su alcance sus platos favoritos, pero desterrando de las recetas todo ingrediente o técnica que “le haga el juego” al colesterol. ¿Un ejemplo? ¡Flan sin yemas! Licue o procese 8 claras, ¾ litro de leche descremada, 200g de azúcar (o edulcorante a gusto), esencia de vainilla y un poquito de cúrcuma para darle color. Cuele en budinera acaramelada y cocine a baño de María en el horno, como cualquier flan. Enfríe, desmolde y sirva. ¡Sólo usted y yo sabremos el secreto!
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