(quitarles
la cascarita marrón, ¡bah!)
Coloque las avellanas peladas (sin la cáscara dura) en una placa y
tuéstelas en horno caliente. ¡Cuidado, porque se queman en cuanto se descuida!
Una vez tostadas, retire la placa, déjelas entibiar y luego frótelas entre las
palmas de sus manos: ¡las cascaritas se desprenderán enseguida! Igualito que
cuando pela maníes… “Una cosa, por estúpida que sea, por ser nueva deslumbra
al que no sabe” (Gellert).
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