Las merluzas pensarán que yo las persigo. Pero… ¡qué quiere que le diga! Si compra filetes, los rocía con jugo de limón, los sala y los deja en la heladera por lo menos 1 hora… ¡obtendrá una carne firme capaz de hacer morir de envidia a cualquier trucha! Y, lo más importante, podrá hacer con ella aquellos platos que los exquisitos inventaron para pececillos con más status. ¿Hacemos la prueba?
- Filetes en vino rosado
1) Lave 6 filetes de merluza (o más, si quiere…), rocíelos con jugo de limón, sazónelos con sal y estaciónelos en la heladera por lo menos 1 hora.
2) Acomódelos codo con codo – pero sin encimar – en una fuente para horno, bien enmantecada. Yo diría: groseramente enmantecada…
3) Vierta en la fuente ese vino rosado que nadie toma porque no tiene gusto a nada, de modo que forme una capa de 2 cm.
4) Tape los filetes con un papel enmantecado y cocínelos en el horno unos 15 minutos, hasta que estén “a punto”.
5) Escurra el líquido de la cocción, cuélelo y mantenga los filetes al calor del baño de María.
6) Ahora derrita en una sartén 2 cucharadas de manteca, 1 cucharada panzona de harina y 1 cubito de caldo de verduras desmenuzado.
7) Cuando todo esté hecho una pasta, agréguele el jugo de cocción del pescado y revuelva continuamente hasta que hierva y espese.
8) Únale 100 gramos de crema de leche, vuelque sobre los filetes ¡y listo!
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