Usted sabe que mi manía es cosechar recetas, ensayarlas y – si me salen bien – publicarlas. Pero cuando se trata de recetas extranjeras sólo me animo a hacerme eco cuando me la transmiten de persona a persona… ¡y el pasaporte en regla! De la autenticidad de esta fórmula es responsable una deliciosa ciudadana de Bari: la señora María Sinesi. ¡Gracias en nombre de todos los lectores de esta sección! ¿Qué a qué se parecen los “tarallini”? Hummmmmmmmmmm…
1) Coloque sobre la mesa 200 gramos de harina en forma de anillo.
2) Ponga en el centro 40 gramos de aceite y un poquitito de sal.
3) Forme la masa agregando la cantidad necesaria de vino blanco dulce (yo usé Marsala), hasta obtener un bollo tierno pero que no se pegotee.
4) Amase el bollo con toda su bronca hasta que terminen todos los teleteatros de la tarde. Llegado ese horario, la habrá obtenido lisita, sedosa, brillante…
5) Estírela por partes, dejándola finita como si fuera a hacer tallarines.
6) Córtela en tiras de 1 cm de ancho y divida a estas en segmentos de 5 ó 6 cm de largo.
7) Una los extremos de cada segmento formando aros (inspírese en las “rabas”…).
8) Hierva abundante agua en una cacerola.
9) Eche una tanda de “tarallini”, espere que suban a la superficie (ayúdelos revolviendo con una espumadera), y escúrralos sobre un lienzo.
10) Colóquelos, abiertos y paraditos, sobre placas enmantecadas.
11) Cocínelos en horno moderado hasta que estén sequitos, crujientes y dorados. ¿Vio que son diferentes a todo lo que uno conoce?
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