Los crêpes de centolla (o salmón chileno… ¡bah!) con salsa de azafrán son de novela: una pasta finísima de panqueques (que sólo él sabe la fórmula exacta…) rellenos con centolla… ¡de verdad! (y no esos bloques prensados, llenos de bigotes…). Y la salsa, hecha así: parte blanca de puerros, picadísima, rehogada ligeramente en manteca clarificada, bastante chablis blanco de Bianchi, un poco de caldo de verduras y hebras de azafrán. Todo reducido, colado, enriquecido con crema y… ¡glup! ¡Gracias, Tessy y Ernesto, por una noche tan grata! En cuanto podamos volveremos a esa Ushuaia que todos los argentinos debieran conocer y que a nosotros, ¡otra vez más!, nos iluminó la mirada y agrando el corazón con nuevos amigos.
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