1) Recorra y revuelva todas las verdulerías hasta que encuentre pepinos chicos y de igual tamaño ¡Pare y compre 1 kilo!
2) Lave los pepinillos cepillándolos bien (no se olvide de las orejas).
3) Escúrralos y póngalos uno junto a otro, “codo con codo” en una asadera enlozada.
4) Espolvoréelos con 125 gramos de sal gruesa y déjelos así hasta el día siguiente.
5) Al día siguiente séquelos uno por uno (pues la sal los hará “transpirar”).
6) Apóyelos sobre repasadores limpios, sin encimar, y déjelos secar a la sombra ½ día.
7) Acomódelos en frascos previamente esterilizados.
8) Coloque en cada frasco una ramita de estragón (¡o del yuyo que más le guste!... ¡bah!) y unos granos de pimienta negra.
9) Hierva 1 litro de vinagre blanco y cubra los pepinos con el vinagre hirviendo.
10) Deje enfriar, tape y guarde en lugar seco y fresco.
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