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domingo, 15 de mayo de 2016

Cazuela roja


Por costumbre heredada, o tal vez por rendir homenaje al americanísimo tomate, lo cierto es que cada vez que pensamos en preparar un guiso (llámelo “cazuela” y los invitados tendrán otro ánimo para saborearlo) no dejamos de incluírlo entre los ingredientes. Por suerte las cocineras no somos racistas y, en tren de inventar, también podemos lograr excelentes “guisos blancos”. Juéguese con cualesquiera de estas recetas segura de alcanzar el éxito. ¡Anímese! “El secreto del éxito en la vida de un hombre (y de una cocinera también ¡bah!...) está en prepararse para aprovechar la ocasión cuando se presente” (Disraeli) ¡Glup!


  • Cazuela roja

INGREDIENTES

Carnaza de nalga, desengrasada y cortada en cubos así de chiquitos, 1 kilo
Cebolla de verdeo, picadísima, ¼ de kilo
Cebolla común, picadísima, 1 taza
Dientes de ajo, triturados, 6
Morrón, cortado en cuadraditos, 1 (del color que más les guste…)
Laurel, 2 hojas
Caldo de verduras, 3 cubitos, desmenuzados
Vino blanco seco, 1 taza
Tomates al natural, 1 lata
Pimentón, 1 cucharadita
Ají molido, 1 cucharada
Champiñones al natural, 1 frasco grande (eh… ¡tan grande no!)
Aceitunas negras, descarozadas, 100 gramos
Sal y pimienta, a gusto
Conserva de tomates, 1 cucharada

VARIOS

Papas, 2 kilos
Manteca o margarina, 100 gramos
Sal, pimienta y nuez moscada, a gusto

PREPARACION

  1. Elija una cacerola bien pesada, con tapa, como esas que aunque usted se resista 10 meses a comprarla algún día se la venderán a domicilio… (Si no, no se aflija: ¡hágala en la cacerola de siempre! Y si no tiene tapa: ¡tápela con una pizzera!).
  2. Caliente bien la cacerola sin ningún agregado de grasas y eche en ella los cubitos de carne. Cocine sobre fuego fuerte con la cacerola destapada, hasta que el juguito que suelta la carne se evapore y los cubitos comiencen a dorarse.
  3. Agregue entonces la cebolla blanca y el morrón cortadito; y revuelva con cuchara de madera hasta que todo parezca “rehogado”.
  4. Recién entonces incorpore la cebolla de verdeo.
  5. Eche en la cacerola el vino, los tomates picaditos y con todo su jugo, las hojas de laurel, el pimentón, los cubitos de caldo desmenuzados, el ají molido y el líquido de los champiñones.
  6. Cuando todo el “pasticchio” rompa el hervor, baje el fuego y hierva despacito, con la cacerola tapada, hasta que la carne (que casi siempre se la venden de vacas que se quitan la edad) resulte tiernísima y la salsa esté espesita.
  7. Agréguele las aceitunas negras y los champiñones enteros; tape y deje que todos los sabores se integren bien (vaya a saber que quise decir…).
  8. Destape, agregue la conserva diluída en un poquito de agua fría, mezcle y espere a que el guisito espese bien.

EL TOQUE DE DISTINCION

  1. Hierva las papas con cáscara hasta que estén tiernas, pélelas y tamícelas.
  2. Agrégueles la manteca o la margarina y sazone el puré con sal, pimienta y nuez moscada.
  3. Ponga el puré en una manga así de grande con boquilla bien bocona y de picos.
  4. Elija una cazuela que merezca llamarse cazuela y trácele en el borde un cordón grueso de puré de papas. Meta la cazuela en horno caliente hasta que el puré se dore.
  5. Pruebe y rectifique – o no – el sazonamiento del guisito con sal y pimienta.
  6. ¡Viértalo dentro de la cazuela decorada con puré y llévela a la mesa como si hubiera descubierto América! “Los hombres (y las mujeres) creen fácilmente aquello que desean” (Julio Cesar). ¡Glup!


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