(Receta robada a Carlos en un momento de debilidad intelectual)
- Deshuese un pollo grande como sólo su carnicero sabe hacerlo (se llame Pedro, Luis o Roberto. Otros, no). Lávelo y séquelo.
- Cósale la abertura del cogote.
- Prepare un relleno de pan con la miga de un pan lácteo chico (sin corteza) remojado en leche (o agua) y exprimida y picada, 100 gramos de queso rallado, una cebolla picadita y rehogada en manteca, 1 cucharada de perejil, 1 huevo, sal, pimienta y nuez moscada.
- Rellene el pollo de esta manera (desde la espalda hacia la pechuga): una capa de tajadas de jamón cocido (más o menos gruesita según la altura del mes en que haga esta receta); una capa de queso “de maquina” cortado en tajadas, el relleno de pan, otra capa de queso de máquina y otra capa de jamón cocido.
- Cosa la abertura de abajo y ate las alas y las patas para que al cocinarse, el pollo no parezca que está bailando rock.
- Acueste el pollo así relleno sobre un lecho de rodajas de papas crudas (finitas) dispuestas en una asadera aceitada. Agregue ½ taza de caldo.
- Pinche despiadadamente al pollo con una aguja gruesa (¡Ayyy!). (Es preferible desgrasarse lentamente que reventar).
- Áselo en horno caliente SIN DARLO VUELTA, salseándolo a menudo con su propio jugo, hasta que esté doradito y crocante.
- Sírvalo frío, cortado en tajadas y rearmado, sujeto con brochettes. Si quiere servirlo caliente córtelo en frío, reármelo y caliéntelo en horno suave. Acuérdese de quitarle las costuritas para que nadie se atragante.
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