El frío ya está haciendo sentir su sensación térmica. Es tiempo, pues, de que volvamos la mirada a los guisitos sabrosos y rendidores, capaces de hacer aguantar a toda la familia hasta la cena, sin reclamar el té. Eso sí: sea generosa con los condimentos (cuanto más sabrosa esta la salsa, mayor será su poder de saciedad) y no se olvide de poner suficiente pan sobre la mesa…
- Guisote de lentejas
1) Ponga ½ kilo de lentejas en una cacerola, cúbralas con abundante agua y déjelas en remojo hasta el día siguiente.
2) Al día siguiente cambie el agua del remojo y hiérvalas con un poco de sal, hasta que estén blanditas pero no deshechas. Escúrralas y resérvelas.
3) Vierta aceite en una cacerola hasta cubrir el fondo (de la cacerola, se entiende…).
4) Caliente y rehogue 2 cebollas grandes picadísimas, 2 morrones cortados en tiras o cuadraditos y 2 zanahorias en juliana (sin el corazón).
5) Apenas los morrones y las zanahorias estén “al dente”, incorpore 4 dientes de ajo, picaditos pero sin el brote verde interno.
6) Escurra las verduras y ponga a freír en el mismo aceite 200 gramos (o menos… ¡bah!) de panceta ahumada magra, cortada en tiritas y 1 chorizo colorado de buena familia, cortado en rodajitas.
7) Cuando la panceta este traslúcida, agregue las verduras que rehogó, el contenido de 1 lata de tomates bien picaditos y con todo su jugo, 1 cucharadita de pimentón, 2 hojas de laurel, 3 cubitos de caldo de verdura, desmenuzados, ½ taza de vino blanco, las lentejas cocidas, ½ taza de agua y 1 cucharadita de ají molido.
8) Deje hervir todo despacito, revolviendo de vez en cuando, hasta que se forme una salsita espesa y aterciopelada.
9) Agréguele 2 papas hervidas y cortadas en cubitos y 1 cucharada de conserva de tomates diluída en un poco de agua. Deje hervir.
10) Pruebe y rectifique o no el sazonamiento con sal y pimienta.
11) Finalmente, sazone a gusto con un poco de orégano y pruébelo: ¡cualquier día lo canjearía por un reino!
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