Deje de comer peceto por una semana, o de saborear
duraznos de 600 pesos el kilo. Pero eso sí: ¡no deje de ensayar ya mismo esta
torta, así le cueste un pan de manteca, media libra de chocolate y un cargo de
conciencia!
Me
la consiguió para usted la espía X-078, directamente desde una aldea perdida en
los extramuros de Berna. Se hace así: bata 200 gramos de manteca con 150 gramos
de azúcar. Cuando todo esté cremoso, agréguele, de a una por vez, 6 yemas. Y
cuando de nuevo todo esté cremoso, incorpórele 3 claras batidas a nieve y
mezcle cuidadosamente. Ahora viene lo importante: Separe el batido en dos
mitades. Una, déjela así, crudita, en la heladera, para que se ponga firme (¡es
una crema de chocolate de sabor increíble!). En cuanto a la otra, agréguele 2
cucharadas soperas de harina mezcladas con 2 cucharaditas de polvo para
hornear, y cocínela en una tartera de 25cm. de diámetro, justo el tiempo como
para que esté a punto pero no seca. (Use tartera de vidrio térmico o de
material presentable para llevar a la mesa). Y ahora le cuento el gran final:
retire la “torta” del horno, déjela enfriar y cubra toda la superficie con la
crema que reservó en la heladera. Último paso: ¡salpíquela con virutas de
chocolate, como si a su marido le hubieran aumentado el sueldo! Y cuando la
corte y convide, diga nomás que la compró por Belgrano, San Isidro o La Lucila,
porque si dice que es casera ¡ni sus chicos le creerán!
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