¡Al fin me reencontré con los “bizcochitos de grasa de verdad” (bueno… es una forma de decir. ¡Yo los hago con margarina o manteca!) que me pidió Elena F. de Gómez, de Capital! ¡Facilísimos! Disuelva 25 gramos de levadura prensada en ½ taza de agua tibia, junto con 1 cucharadita de azúcar y 1 cucharada de harina. Bata todo hasta que haga globitos en la superficie (usted me entiende…) y tápelo hasta que se hinche como una espuma espesa (que fermente… bah). Mezcle entonces esta “espuma” o “esponja de levadura” con ¼ kilo de harina, 75 gramos de manteca o margarina (¡allá usted si prefiere grasa!) y 1 cucharadita de sal. Haga con todo esto un bollo, castíguelo sobre la mesa hasta domesticarlo bien y déjelo descansar tapado, en sitio tibio, 10 minutos. Entonces estire la masa dejándola de 3 mm de espesor, corte los bizcochitos a la medida de sus ganas de matear, acomódelos sobre placas enmantecadas y pínchelos con un tenedor (¡Ay!). Así, sin dejarlos leudar, cocínelos en horno caliente hasta que se inflen; y luego séquelos en horno suave, hasta que parezcan recién salidos de la panadería… ¡Crunch!
Versión 2:
¿Estos serán, acaso, los bizcochitos de grasa que siempre me reclama? Haga fermentar 25g de levadura prensada en ½ taza de agua tibia junto con 1 cucharadita de azúcar y otra de harina. Entonces mézclela con ¼ kilo de harina, 75 gramos de manteca (¡allá usted si prefiere grasa!) y 1 cucharadita de sal. Hecho el bollo, tápelo, déjelo descansar en sitio tibio sólo 10 minutos y luego estírelo y corte a su medida los bizcochitos. Último paso: acomódelos sobre placas enmantecadas, pínchelos con un tenedor (¡¡¡ay!!!) y sin dejarlos leudar, cocínelos en horno caliente hasta que se inflen; y luego séquelos en horno suave. ¿Sabe que elegí esta receta especialmente para usted, señora Antonia Signorello? ¡Ojala le gusten! ¡Crunch!
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