Hay
recetas que, mágicamente, nos hacen viajar al pasado. Mientras preparo
estos bizcochitos de anís, surge en mi memoria la imagen de mi abuela
Mamaía hundiéndolos en la tacita de chocolate. ¿Qué le parece si la imitamos? “Los hombres de todos los tiempos se asemejan unos a otros” (J.B. Say). ¡Glup!
LO QUE LLEVAN
- Yemas, 3 (de gallinas del primer mundo)
- Azúcar, 3 cucharadas
- Semillitas de anís, una cucharada (tamaño postre)
- Harina leudante, 3 cucharadas panzonas
- Claras, 3
- Bata las yemas con el azúcar hasta que estén cremosas y tomen color clarito (¡de verdad! ¡Ese es el punto exacto!). Mézclele las semillitas de anís y sígame los pasos.
- Agregue a las yemas batidas la harina leudante. Bata las claras a punto de nieve firme y únalas suavemente a la mezcla anterior, con movimientos envolventes.
- Ponga la pasta con semillitas de anís en una manga con boquilla grande lisa o de picos y, sobre una placa para horno enmantecada y enharinada, trace 2 bastones paralelos, codo con codo (que se toquen…). Luego haga a los largo de los mismos, en el centro, otros 2 bastones: uno de ida y otro de vuelta. De este modo las piezas tomaran un aspecto abovedado (creer no cuesta nada…). Cocine las piezas en horno a temperatura caliente unos 10 minutos, hasta que estén cocidas pero no doradas. Retírelas y déjelas enfriar.
- Deseche las puntas de las piezas que cocinó (mejor dicho: ¡cómaselas!) y corte el resto en tajadas de un centímetro, o uno y medio, de ancho. ¿Se da cuenta? ¡Bizcochitos de anís igualitos a los de otras épocas! Pero aún falta el paso final: acuéstelos sobre una placa solamente enmantecada y séquelos en el horno: 5 minutos de un lado y 5 del otro para que, en los cortes, los bizcochitos queden tostaditos y crocantes.
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