Se mantiene el precio alto
de la lechuga ($7.500 a $9.000 el kilo). Pero, pensándolo bien… ¿quién compra
la lechuga por kilo? Las dueñas de casa por lo general pedimos una o dos
plantitas y nunca sacamos cuenta de los gramos que pesan. De modo que… ¡que no “panda
el cúnico”! Aprenda a darle a la lechuga el lugar que le corresponde en la
cocina. ¿Nunca la utilizó como ingrediente para rellenos? Este ejemplo vale la
pena:
Pastel
de pollo
Compre
un pollo de buena familia – si tiene marca en el orillo, mejor – despréselo, lávelo
y séquelo.
Saltéelo
en aceite caliente hasta cocinarlo y dorar muy bien.
Escúrralo
y deseche el aceite de la sartén. Pero a ésta no la lave.
Coloque
en la sartén 70 gramos de manteca y dore en ella 3 dientes de ajo, bien
picaditos.
Incorpórele
1/3 de taza de caldo y ½ de vino blanco y raspe el fondo de la cacerola para
que se forme una salsita.
Agréguele
una lata de tomates picados y 3 lechugas deshojadas bien lavadas y cortadas en
juliana.
Hierva
hasta que se forme una salsita espesa.
Retire
y sazone con sal, pimienta y una cucharada de perejil.
Vierta
en una fuentecita honda, cubra la superficie con rodajas de huevo duro y
aceitunas descarozadas.
Acomode
sobre esto las presas de pollo, espolvoréelas con queso rallado.
Tape
con un disco de Pascualina, haga en el borde un repulgo, practíquele unos
cortes en la superficie para que el vapor se escape, pinte con huevo y hornee
el tiempo necesario hasta que la masa esté crujiente y dorada.
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