Por más que nos apriete el austral (digo “austral” porque dólares sólo tengo uno, enroscado en la trompa de mi elefantito que me regaló una vez una señora brasileña, para que me diera suerte…) a los amigos hay que seguir recibiéndolos en casa y compartiendo con ellos aunque sólo sea una taza de té o una rueda de mate pelada. Pero si a esto agregamos alguna recetita fácil y rica para compartir… ¡la fiesta será completa! Montaigne decía: “Cada virtud necesita un hombre: pero la amistad, necesita dos”. Para mí, cocinar… ¡es una doble virtud! Lograr una buena recetita y una buena amiga(o) para compartirla.
- Moñitos fritos
1) Ponga sobre la mesa ¼ kilo de harina leudante y haga un hueco en el centro.
2) Coloque allí 1 cucharada de manteca, 2 yemas, ½ cucharada de vodka (o gin, o whisky… ¡o alcohol fino, bah!), 50 gramos de azúcar y 50 gramos de queso crema.
3) Una todo agregando – si hiciera falta – un poquito de agua, para obtener una masa que no se pegotee.
4) Estire la masa por partes, dejándola de 2 mm de espesor (más o menos).
5) Corte en tiras de 2 cm de ancho, aproximadamente, y luego en trozos del mismo tamaño (de 10 a 12 cm de largo).
6) Haga a cada rectángulo, en el centro, un tajito: pase un extremo del rectángulo a través de dicha ranura y pliegue el rompecabezas aparente: ¡le quedará formado un moñito con un agujero central como el que he tratado de ilustrarle en el dibujito! (¡O haga simplemente los moñitos que le salgan!)
7) Fría los moñitos en aceite caliente hasta dorar de ambos lados; escúrralos y revuélquelos enseguida por azúcar molida. ¡Glup!
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