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domingo, 15 de junio de 2014

Recetas con nombre y apellido





            Estoy hojeando un interesante libro de cocina que hace un par de años editó el Rotary Club de Quilmes, con las recetas favoritas de las esposas de los rotarianos. Resultado: un nutrido recetario donde cada fórmula lleva una firma de garantía. Algo así como decir: “La hice y me gusto”. O tal vez: “En este momento pude hacerla…” (“Bienaventurado el que tiene talento y dinero, porque empleará bien a este último.” Menandro). Teniendo en cuenta que es deber inalienable de toda dueña de casa permanecer serena ante las crisis y mantener el optimismo a cualquier precio (“Confiad en Dios y mantened seca la pólvora” Cronwell) le propongo un plan de trabajo: hacer la pastafrola de todos los días y comerla con los ojos cerrados imaginando que es la “Tarta de nueces, almendras y dátiles” de Pila Carbona. ¿Se la cuento? Primero que nada, forre un molde para tarta con una capa finita de la mejor masa de manteca que tenga a mano: 200 gramos de harina, 100 gramos de manteca, 1 huevo y 2 cucharadas de azúcar. Luego adopte una postura humanista y parta de la base de que lo más importante de cada criatura es el relleno. (“Ser persona es lo más difícil en la vida” Gracian.) Con tal fin ponga en una cacerolita 150 gramos de manteca, 2 huevos enteros, 1 pocillo tamaño café de azúcar y medio frasco de miel de maíz etiqueta amarilla (bah!...Kero). Ahora revuelva continuamente a fuego lento hasta que rompa el hervor. Entonces retire y agréguele 50 gramos de nueces peladas y 50 gramos de almendras peladas y cortadas en trocitos. Deje enfriar, vuelque en la tarta y cocine en horno moderado hasta que la superficie esté dorada. Justo en ese momento retirarla y, mientras está caliente, cubra toda la superficie con dátiles descarozados, cortados por la mitad a lo largo. ¿Un consejo? Si quiere saborear una tarta exquisita, fuera de serie, y repetir la porción, no invite a nadie. Si quiere que su fama trascienda, convide a todo el mundo. Yo que usted… “La duda prudente es reputada como la antorcha del sabio.” (Shakespeare) ¡Glup!




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